Hace algunos años tuve una amiga que se iba a casar, ella tenía un novio que recién le había dado el anillo de compromiso, pero que por cosas de la vida cambió de trabajo y curiosamente conoció a alguien más.
Ella y yo lo conocimos el mismo día, así que fui testigo de como poco a poco fueron construyendo su relación y como ambos parecían complementarse el uno al otro, llenando sus vidas de felicidad.
Sin embargo recuerdo el día que mi amiga llorando me contó que él la había dejado y ahora salía con una compañera del nuevo trabajo. Yo simplemente no lo podía creer y realmente me dolía escucharla con el corazón totalmente herido. Él apenas llevaba como 6 meses en el nuevo trabajo y ya había conocido a alguien más, roto su promesa y quebrado un corazón, todo en tan poco tiempo.
Como mujer y como amiga recuerdo que fueron momentos difíciles, me convertí en ese apoyo y paño de lágrimas que ella necesitaba, pero más que solo escuchar, trataba de apoyarla con comentarios positivos que de alguna forma la hicieran sentir mejor con ella misma y la ayudaran a salir adelante.
Cuando nos dejan por otra, normalmente lo que viene a nuestra mente es ¿qué tiene ella que no tengo yo?, ¿qué la hace mejor que yo?, ¿será más bonita que yo?, ¿qué me falta a mí que él encontró en ella? Y así, cientos de miles de preguntas más pueden venir a nuestra cabeza, a atormentarnos y hacernos sentir peor que la nada.
Y es ahí, justo en ese momento crítico, donde todo el apoyo de las personas que nos aman es tan valioso, porque esas personas no nos quieren dejar caer y con su consuelo y soporte lo único que quieren es sacarnos del hueco donde muchas veces nosotras mismas no queremos salir, porque a veces al corazón le gusta revolcarse en su propia miseria.
Y en esa misma miseria, se encontraba mi amiga, a pesar de que ella era una mujer hermosa, alegre, fuerte, que en su vida se había enfrentado a situaciones complicadas que la habían golpeado pero al mismo tiempo la habían hecho más resistente.
Sin embargo esta puñalada al corazón parecía haberle quebrado toda la armadura y la había dejado totalmente desprotegida y confusa.
Y así el tiempo siguió su curso, pero por alguna extraña razón que aún no logro comprender muy bien, ellos seguían comunicándose. Él se había convertido en ese tipo de hombre que te rompe el corazón, se va con otra pero no te suelta, que te sigue llamando, que te sigue buscando, que te sigue diciendo lo mucho que te quiere pero no va a volver con vos, y ella, lamentablemente había caído en su juego y con un corazón roto, supongo que tal vez veía pequeñas esperanzas para “recuperarlo”.
Y un día entre tantas conversaciones ella se animó a contarme lo que estaba sucediendo y al día de hoy esa historia me sigue impactando, porque no pensaba que algo así fuera posible.
Él se había comprometido para casarse con la nueva mujer de su vida, pero él y mi amiga seguían acostándose. Después de ser presentada a la familia como la novia oficial y como la futura esposa, ella se había convertido en la amante furtiva que en las noches sin que nadie se diera cuenta entraba a la casa de él para llevar a cabo sus encuentros sexuales.
Supongo que en un grito desesperado ella trataba de recuperar con sexo lo que él había decidido terminar y arañaba la esperanza de que el calor de una cama y la intimidad del momento lo hicieran recapacitar y darse cuenta de la mujer que era ella y del amor tan grande que le tenía.
¿Pero saben qué?, eso nunca pasó. Él se casó con la otra y al tiempo ella encontró en otro el amor.
Por mi parte, en lo que a nuestra amistad se refiere, yo sentí que ese fue el punto crítico que nos empezó a desgastar.
Para bien o para mal soy de las personas que ama a sus amigas y pienso que cuando pasan los años y la amistad se hace más fuerte, la sinceridad es el eslabón que mantendrá unida la cadena y cuando veo algo que considero está mal, con amor y con respeto lo voy a decir, porque creo que las amigas no son solo para alabarse unas a otras, ni para quedarse calladas pero por dentro pensar en lo equivocadas que están las demás, las amigas de verdad deberían ser los espejos seguros donde se puede encontrar un consejo y una corrección dada con amor, pero para mi pesar, muchas no piensan así.
Y una mujer que no pensaba así, era mi amiga, que cuando me contó sus aventuras de amante bandida, lo que recibió de mi parte fue un regaño y una sacudida. Porque no podía creer que ella hubiera perdido su dignidad, su amor propio y se faltara a sí misma tanto el respeto. Incluso recuerdo que le pregunté que si sus otras amigas sabían lo que ella estaba haciendo y qué le habían dicho al respecto, y su respuesta fue que las amigas la apoyaban si eso hacía que él volviera con ella. Para mí, esas no eran sus amigas de verdad.
Pero bueno, este blog no se trata de las amigas, sino de las mujeres que se convierten ellas mismas en alfombras, y no hablo de las alfombras persas que decoran los pisos frente a una chimenea, hablo de las alfombras que se encuentran en las entradas de las casas, de las alfombras donde nos limpiamos los zapatos llenos de polvo, barro y suciedad. Las alfombras que se ven lindas o dicen “Bienvenidos” u “Hogar” pero que nadie se atrevería a comer en ellas o a recostar su cabeza. Hablo de las alfombras feas que agarramos con la punta de los dedos y que a veces están tiesas de tanta suciedad.
No es posible que las mujeres nos hagamos a nosotras mismas algo así, entiendo muy bien lo que es sufrir por amor, conozco como se siente el dolor en el corazón, he deseado que los días avancen sin vivirlos, también sé lo que es querer viajar al futuro donde se es feliz y el dolor del corazón roto no existe más.
Pero como nada de esto es posible, no nos queda más que levantar la cabeza, juntar los pedacitos del corazón y seguir adelante aunque duela. Pero NUNCA NUNCA perder el amor y el respeto propio.
No se puede aceptar una situación así, no hay excusa, sentimiento, ni dolor que valga para caer en eso.
Y puede ser que ese pensamiento de convertirse en alfombra te pase por la cabeza, pero no te atrevás a decirlo, porque al pronunciarlo con tu boca, tu cerebro nublado de tanto dolor, escuchará y empezará a convertir esas palabras en una idea que poco a poco se irá adueñando de tu ser y te hará hacer cosas que nunca pensaste podías hacer o decir.
Y lamentablemente recién escuché que otra mujer hermosa se ha convertido en una alfombra y a pesar de que él terminó esa relación tóxica para decidir irse con otra, ella en su obsesión fue capaz de decirle que cuando él volviera ella iba a estar ahí para él, que lo aceptaba de vuelta y no le importaba que la hubiera dejado para estar con otra.
Como les dije antes, a veces al corazón le gusta revolcarse en la miseria y hacer nido en el hueco más profundo de nuestro ser. Irrespetando todo lo que por otro lado construimos para nosotras mismas, destruyendo todos los sueños de un mejor futuro y haciendo trizas toda esperanza de un amor verdadero y una vida en pareja feliz.
Que lástima me da escuchar este tipo de historias y por otro lado no puedo dejar de preguntarme ¿qué tienen estas mujeres en la cabeza? O peor aún ¿qué les falta que actúan de esta manera? Por qué no quieren abrir los ojos y ver la realidad.
Y la realidad es que este hombre que ellas aman, ya no las ama más, y que no podemos obligar a nadie a estar con nosotras o a que nos ame, por mucho que lo deseemos. Y que convirtiéndonos en alfombras, ellos, los hombres que se han ido y los que vendrán, nunca verán en nosotras, mujeres a las cuales admirar ni amar.
Ninguna mujer, ni hombre, porque se que también hay casos, debe ponerse de alfombra voluntaria para dejar que otros los pisoteen en el nombre del amor. Lo más valioso que tenemos somos nosotros mismos como seres humanos, valemos por lo que somos y si no nos amamos nosotros mismos, cómo podemos esperar que alguien más nos ame, nos respete y nos de nuestro lugar.
No podemos pedir amor cuando no sabemos amarnos. No podemos mendigar el amor de otro, humillarnos y pedirlo como limosna.
El amor de pareja es lindo, sano y verdadero cuando fluye sin presiones, sin tanto pleito, sin reclamos y cuando hay más momentos bonitos que feos. Cuando el amor llega a la vida, hay que abrazarlo con alegría, hay que respetarlo y respetarnos. El amor bonito se valora, no se ruega ni se roba.
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Chaoooo
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