Desde la primera semana de enero de 2017 comencé a vivir un carrusel de emociones que cada día iba en aumento, era algo así como una montaña rusa con vueltas, subidas, bajadas, momentos divertidos y también sustos.
Ese año mi vida empezó a cambiar y comencé a prepararme para vivir la vida con alguien más, para desprenderme de mis padres, salir de mi casa, agarrar mis cosas e irme a otro lugar a formar un nuevo hogar, con la mayor de las alegrías, todas las emociones y sentimientos felices.
Fue un año de mucho trabajo, de mucho esfuerzo y de muchos momentos lindos que aunque a veces eran un poquito cansados siempre estuvieron llenos de amor.

En el 2017 fui trabajadora independiente, constructora, encargada de compras de acabados de construcción, supervisora de la obra, wedding planner, encargada de tramitar permisos en instituciones públicas, encargada del presupuesto, arquitecta, compradora de muebles y electrodomésticos, novia y mujer.
Claro obviamente tenía al mejor compañero de trabajo que no solo me ayudó sino que juntos trabajamos de la mano para sacar adelante este proyecto tan grande que decidimos comenzar.
Los primeros 4 meses del año fueron tediosos y desesperantes en trámites legales para obtener el anhelado permiso de construcción. Nosotros tuvimos la oportunidad de construir nuestro nidito de amor y aunque fue realmente cansado andar de aquí para allá tramitando, presentando formularios, pagando certificaciones, impuestos y cuanta cosa había que hacer, al final del mes de abril llegó un hermoso papel sellado que decía que ya podíamos iniciar a construir no solo nuestra casa si no nuestros sueños.
Que día mas lindo fue cuando hicimos la primera compra de materiales de construcción y llenamos el carro con piedra, arena, un perlin gigante y los trajimos a la tierra donde pondríamos los cimientos de nuestro nuevo hogar. Hasta me dan palomitas en el estómago con sólo recordar.



Durante 5 meses que duró la construcción estuvimos yendo y viniendo a todas las ferreterías, tiendas y lugares donde vendieran piso, inodoros, lavamanos, fregaderos, grifería, pinturas y cuanta cosa se necesita para construir una casa, ahí estábamos nosotros, tomando fotos de lo que nos gustaban, viendo precios, sumando, restando, imaginando, visualizando y muy importante calculando hasta donde nos alcanzaba el dinero para comprar.

Construir casa fue una experiencia cansada pero maravillosa, porque en el camino no solo se levantaban las paredes y se chorreaba el piso, sino que nuestra relación se iba fortaleciendo con cada block y con cada capa se cemento que se iba poniendo.
Estoy 100% segura de que desde que realizamos la primera compra que fue un sofá grande para nuestra sala inexistente, cada momento libre, cada fin de semana en el que fuimos a buscar materiales de construcción, ver acabados y tomar decisiones importantes como el color del piso, elegir los inodoros, la grifería, el fregadero, comprar nuestra refrigeradora, nuestro juego de comedor y todas las cosas de primera necesidad para poder habitar nuestra casa, cada momento juntos fortaleció nuestra relación, nos hizo crecer como personas y como pareja, nos ayudo a tomar decisiones juntos, a elegir lo que a los 2 nos gustaba, a organizar nuestro presupuesto, a ser ordenados con nuestros recursos de tiempo, dinero y paciencia.


El proceso de construcción de nuestra casa fue cansado, fue agotador, fue estresante, pero fue inmensamente feliz, no solo aprendimos a calcular los metros de piso que necesitábamos para cada área de la casa y para el baño, no solo aprendimos de tornillos y de clavos, ni de techos ni de revestimientos ni de tubería, no solo aprendimos a leer un poco los planos de construcción, y de instalaciones eléctricas, aprendimos a trabajar juntos como equipo, a negociar el uno con el otro para lograr la felicidad de ambos, aprendimos a distribuir nuestro tiempo juntos, aprendimos a apoyarnos en las fortalezas del otro, a esforzarnos por un objetivo en común, aprendimos que en esa nueva casa íbamos a vivir 2 y no solo 1 y que las decisiones de todo se toman entre 2 pensando siempre en el bienestar y la felicidad de ambos y en todo este proceso de aprendizaje nos conocimos mejor y nos conocimos en situaciones diferentes a las que nunca antes habíamos estado expuestos como pareja y eso hizo que aprendiéramos a amarnos un poquito más cada día y a ser mejores compañeros de vida.

Al igual que nuestra casa, nuestro matrimonio aún está en construcción, aún faltan cosas y detalles por terminar, aún faltan paredes por pintar, muebles y hasta puertas que comprar, pero los cimientos de esta relación y de esta casa están sólidos y ya han sobrevivido a los primeros temblores, a las fuertes lluvias, a los días soleados y a los nublados también.

Al igual que nuestra casa, nuestro matrimonio es una obra en permanente construcción, siempre habrá algo que hacerle, siempre habrá una nueva grieta que hay que reparar, una nueva gotera o filtración de agua, siempre habrá que estarle dando mantenimiento a la pintura, quitar las telarañas, cambiar los bombillos, y a veces hasta matar uno que otro bichillo feo, pero aún con todo ese trabajo todos los días puedo ver mi casa y mi matrimonio como el regalo más hermoso que Dios me ha dado, como la oportunidad de ser agradecida y la bendición de amar a un hombre que me ama con la misma fuerza que yo lo amo a él.
Y al igual que nuestra casa, nuestro matrimonio es un regalo de Dios.

Comments